Cuba, el valor de una utopía
Me encuentro con Yanara Guayasamín en su despacho, en una templada tarde primaveral a finales de abril. Es un jueves de mucho fermento, rico de citas y entrevistas con los diferentes periódicos del país. Desde el pasado 30 de abril en las salas de cine quiteñas se proyecta el último trabajo de Yanara Guayasamin, intitulado “Cuba, el valor de una utopía”.
El documental ha ganado en el 2006 el Premio a las Producciones en Marcha en el Festival de Cine Iberoamericano Cero Latitud, y en el 2007 obtuvo el premio a la distribución en el concurso organizado por el CNC (Consejo Nacional del Cine) del Ecuador.
Después de haber sido nombrado, en diciembre del 2007, por el IDFA Doc Fest de Ámsterdam como uno de los mejores veinte documentales en la historia del mismo festival, el documental de Yanara ha ganado el favor del público y de la crítica. Esto le permitió ser visto en muchos países de todo el mundo, Corea del Sur, Reino Unido, Serbia, Holanda y Alemania entre otros.
Además, el documental será distribuido en Estados Unidos y Canadá por la Esperanza Films, mientras que la Doc and co. será responsable por la distribución en Europa y demás países.
El primer documental de Yanara Guayasamin, “De cuando la muerte nos visitó”, ganó el premio SIGNIS por la Post-Producción, otorgado por la Asociación Católica Mundial por la Comunicación (OCIC). Su primer largometraje fue apreciado por la crítica y seleccionado en diferentes festivales de cine, como los de Chile, Colombia, Ecuador, España, Panamá, Perú; en Nueva York recibió el premio “Manzana de Plata” de la CinemaFe.
“Cuba, el valor de una utopía” está protagonizado por un poeta, un pintor, una cantante, y incluso cuenta con la presencia de Fidel Castro; ellos hacen revivir la Revolución Cubana con sus testimonios, sus deseos, los sueños que se realizaron y los que fracasaron.
¿Qué tienen para contarnos lo testigos sobrevivientes de aquella lucha feroz? Sus vidas, sus disputas, sus sueños y sus memorias construyen el retrato vivido por toda una generación y por su líder.
Su trabajo y las experiencias que vivió constituyen la pasión de Yanara, como me doy cuenta por la intensidad que anima sus historias. Me cuenta sobre sus viajes a Venecia y del encanto que dicha ciudad le trasmite, habla sobre Italia y su cultura, el cine italiano de Federico Fellini y Vittorio de Sica.
Y fue así como comenzamos un recurrido por las etapas de su documental, cuyo principio remonta a 15 años atrás, el 1992, en pleno Periodo Especial.
¿Cómo y cuándo nació tu proyecto cinematográfico?
Mi generación ha sido marcada por la Revolución Cubana. Me acuerdo que cuando iba al colegio, allá circulaba material sobre la campaña de alfabetización que se desarrolló en Cuba en los años 60; para nosotros aquel material constituía la prueba de lo importante que era el proceso revolucionario. De hecho, en aquel entonces, las únicas referencias de carácter social eran las que nos llegaban desde Cuba.
Cuando estuve por primera vez en Cuba era el 1992, en pleno Periodo Social, lo que me dio la oportunidad de darme cuenta de / ver las enormes contradicciones sociales y económicas que el Ecuador vivía en aquel tiempo. Aquella realidad me llamó tanto la atención que quise investigarla, entenderla, analizarla de forma mejor y desde adentro. Al volver a Ecuador, retomé mis estudios en la universidad pero, también así, Cuba seguía presente a través de mi trabajo de grado intitulado “Todos los Tiempos”.
Cuba representaba metafóricamente todas las épocas. Era como vivir en los años 50 pero de forma moderna y aquella sensación me encantaba. Es como dibujar sobre un pañuelo dos puntos distantes uno del otro, que se juntan cuando el pañuelo se dobla; de la misma manera entendía yo aquella relación espacio-temporal.
A la misma época pertenece el recuerdo de una poesía de mi madre, una persona que me influenció mucho. Todavía resuena en mi cabeza, decía más o menos así: “¿Comiste bien? ¿Bebiste bien? ¿A costa de qué? ¿A costa de quien? La revolución comienza en casa”.
Regresé nuevamente a Cuba, diez veces, y empecé a grabar en video todo lo que me impresionaba y me llamaba la atención. Un trabajo largo y apasionante. Este documental forma parte de una trilogía cuyo tema central es la utopía.
Las tres partes tienen un perfil distinto entre ellas. La primera, “Genesis”, analiza la reacción de los cubanos a la nueva realidad en la cual tienen que vivir, la segunda trata sobre cómo haya sido forjada esa misma realidad y la tercera se enfrenta al tema de la actitud de las nuevas generaciones.
¿Dónde y cómo encontraste los personajes de tu documental?
La primera persona que filmé ha sido Félix, durante una fría noche invernal del 1989, en Bélgica. Yo asistía a un recital de poesía donde él estaba leyendo sus poemas. Su figura me impresionó mucho aunque entonces no me imaginaba que se convertiría en el protagonista de mi primer documental. Aún no lo conocía, pero lo invitamos a cenar y así nació nuestra relación humana y profesional.
Unos años después, visité Cuba por primera vez y fue después de vivir en aquella realidad que empecé a organizar la obra y la estructura de mi trabajo.
La primera parte quise relacionarla con los hechos históricos que habían pasado, y sus desarrollos en los años 90. Ha sido un trabajo de continua búsqueda por los detalles y elementos. Otro personaje que me impresionó, para mí de mucho interés, es Marta Cardona, cantante y enseñante de canto. Se trata de una mujer que ha vivido sus miedos juveniles relacionados con la actividad clandestina del padre y sus sueños realizados con la Revolución.
Al ver el documental me di cuenta de que tus personajes están relacionados con el mundo de la cultura y, a través de diferentes formas artísticas, buscan valorar un nuevo mundo posible.
Hay una frase de Fidel Castro pronunciada al llegar a La Habana, desde el balcón del palacio presidencial, “esta revolución y este histórico hecho serán recordados por la participación de los poetas, escritores y artistas…”. La cultura constituye un elemento fundamental de la Revolución Cubana; cuando conocí el desarrollo cultural de los 70 en Cuba, me impresionó la manera nueva como se desenvolvía.
Todo lo que se ha vivido y se vive en Cuba tuvo lugar a través del arte y de los artistas que crearon nuevas formas de vida y obras originales.
La revolución cultural ha sido parte de la formación de la ciudadanía en el país pero, y a pesar de eso, creo que no es un tema sobre el cual la gente habla mucho. Se habla sobre instrucción, salud, pero la cultura no logra tener el espacio que merece, a pesar de ser elemento unificador de la sociedad cubana.
En el título del documental, resalta el concepto de utopía. ¿Qué significado das a este término?
Es una palabra con diferentes interpretaciones. Se me viene a la cabeza la idea, elaborada por Tomas Moro, de una imaginaria isla – reino, imperfecto y poblado por una sociedad ideal. Su idea de utopía expresa el sueño del Renacimiento por una sociedad pacifica en donde la cultura sea dominante y regule la vida de la gente.
Creo que Cuba y esta isla tienen una fuerte relación. Un lugar aislado que ha logrado un progreso social extraordinario. La utopía puede ser pensada, en el caso de Cuba, como la posibilidad de un país que se enfrenta a un imperio. Una realidad en donde el pueblo tiene otro derechos, entre los cuales el derecho a la autodeterminación.
La semilla brotada por Cuba por el mundo ha llegado hasta aquí a través de las diferentes figuras profesionales y culturales, como los músicos cubanos que están educando a una generación de músicos, o los doctores que educan a otros médicos. Se trata de una semilla que sigue expandiéndose por todo el mundo. La capacidad de atracción de la isla, además, genera una curiosidad por estudiar y educarse allá. Yo, por ejemplo, todavía tengo cuatro amigos que juntos con otros dos, se fueron allá a estudiar cine y al final terminaron quedándose para vivir.
¿Cuál es el sueño de Yanara?
Estoy bien consciente de que el desarrollo del cine documental en Ecuador es mínimo, no hay mucho interés y aun menos visibilidad.
Mi sueño es realizar en mi país una escuela popular de cine, estructurada en dos partes, una de tipo popular y la otra de especialización. La una complementa la otra.
La segunda hay que realizarla a través de seminarios profesionales con la participación de profesionales de todo el mundo de diferentes puntos de vista, actitudes y escuelas.
Hace años participé en un congreso de documentalistas latinoamericanos, entre los cuales muchos egresados de la Escuela Popular San Antonio de los Baños de Cuba. Ya tengo unos contactos con algunos de ellos que hicieron documentales, cada uno en su propio campo, como la pedagogía.
Quisiera reunir todas estas experiencias en una escuela popular moderna, revolucionando el concepto de cine y cambiando el lenguaje cinematográfico.
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