¡Negro!
Sobre el
asesinato de
George Floyd
Alessandra Riccio
Docente de la Universidad Orientale de Nápoles,
corresponsal de “L’Unità” en Cuba,
codirectora con Gianni Minà de la revista LatinoAmerica.
El mural del artista napolitano "JORIT" en Barra (Nápoles) Traducción de Davide Matrone |
¡No soy un negro, soy un hombre!"
Así el escritor James Baldwin quería explicar
el enigma del racismo. No es el color de la piel, no es el origen africano, un
hombre se vuelve negro cuando los ojos que lo miran lo ven diferente.
Para ser un negro, Baldwin - un afroamericano de Harlem que pasó la
mayor parte de su vida en Francia denunciando la discriminación racial y sexual
de su país - sostenía que debes ser visto por miradas que en esa diferencia de piel quieren ver
inferioridad y servidumbre. Baldwin murió en 1987, pero hace unos años, en
2016, Raoul Peck editó muchas de sus entrevistas y declaraciones en un
documental que también fue nominado para un Oscar, y le dio un bonito título:
"I am not Your Negro" (No soy tu negro), un documental que es una lección
sobre racismo. Nada nuevo, por supuesto: en 1937 Billie Holiday cantaba Strange
fruit, y esas frutas extrañas eran los negros linchados por racistas y colgados de
las ramas de los árboles como advertencia.
Entre
las primeras lecturas que me revelaron el horror del racismo contra los negros,
hay una edición de Einaudi de 1970 de “Los hermanos de Soledad”, la historia de
los hermanos Jackson, uno, George, en prisión con una condena por robo en una
estación de servicio y luego, junto con otros dos, por el asesinato de un
policía durante un motín en la prisión de Soledad. Son ellos los "hermanos de
Soledad", tres jóvenes negros que han desarrollado sus ideas rebeldes en
prisión declarándose militantes del Black Panther Party. El otro, su hermano
carnal, Jonathan, de solo 17 años, ingresa a la sala del tribunal donde se
juzga a George, lo libera, toma rehenes, incluido el juez, huye en una
camioneta pero, en el tiroteo policial, muere junto con otros. Angela Davis,
también militante de Black Panther, fue acusada de introducir en la prisión el
arma encontrada en posesión de Jakson.
En
pocos meses, esta terrible tragedia se consuma con la muerte de George Jakson
en la prisión de San Quentin, disparado desde atrás por un carcelero. Pero tuvo
tiempo para contar los hechos y la muerte de su hermano de diecisiete años, de
contar las persecuciones contra los detenidos, sobretodo negros, las
violaciones y el incumplimiento de las leyes. Pasó
menos de un año y, en 1971, estalló el mayor levantamiento que recordamos (y la
represión más atroz) en la prisión neoyorquina de Attica. Ladrones, criminales,
rebeldes, discriminados y los negros son siempre los peores culpables. Angela
Davis también es afrodescendiente, es comunista y también milita en las Panteras
Negras; apoyó ese poderoso movimiento articulado con posiciones
pacifistas, rebeldes y armadas, como el Ejército de Liberación Negra
(BLA en inglés) que incluía a Assata Shakur, aún hoy uno de las
"terroristas más buscadas" por los Estados Unidos, incluso si hay
poco que buscar ya que todos saben que Assata vive como refugiada política en
Cuba desde 1984.
En
esos terribles años setenta en los Estados Unidos había una guerra. Para
conmemorar los 40 años de la masacre de Attica, el filósofo y profesor de la
Universidad de Princeton, el negro Cornel West, retrató el trauma, el estigma,
el miedo de los afroamericanos después de eso y muchas otras represiones
brutales: "Cuarenta años después estamos aquí para conmemorar esta lucha frente al trasfondo histórico de un pueblo que ha estado tan aterrorizado,
traumatizado y estigmatizado a tal punto que hemos aprendido a permanecer asustados,
intimidados, siempre temerosos, desconfiados el uno al otro. Pero la rebelión de Attica fue un contraataque en esta dirección. Lo
llaman la "negrización" de un pueblo, no solo del pueblo negro,
porque Estados Unidos han sido negrizados después de ese día. Cuando te niegan
como negro, eres inseguro, indefenso, sujeto a violencia al azar, odiado por lo
que eres. Uno tiene tanto miedo de pertenecer a los poderes que existen y está
dispuesto a dejarse dominar. Y esta es la historia de los negros en los Estados
Unidos".
Conocí
y entrevisté a Assata Shakur varias veces, en Cuba. Escuché por su propia voz
las fases dramáticas de su arresto, su detención, las diversas fases de los
juicios en los que resultó ser inocente, especialmente por la acusación de
haber disparado al policía que la arrestó, por la fuerza extraordinaria que las
mujeres de su familia le dieron, especialmente la incansable tía abogada, por
su solidaridad con Silvia Baraldini, acusada de haber prestado su automóvil al
movimiento de las Panteras Negras, por los veinticuatro años de prisión en
Estados Unidos sin la retracción que se esperaba de una mujer blanca. Silvia
fue luego extraditada a Italia gracias a un importante movimiento de opinión y
al interés del entonces Ministro de Justicia, Diliberto. Miré a los ojos de la
mujer solitaria, respeté su silencio de los años en que, escapada de la prisión
en un operativo de BLA, de 1979 a 1984 desapareció, como muerta, también y
sobre todo por su madre y su hija. Cuba era el único lugar en el mundo donde
podía sentirse segura, y todavía lo es hoy, cuando la Administración Trump
vuelve a aumentar la recompensa por su captura para convertirla en una presa
muy buscada. No solo Trump, sino que Obama y otros antes que él intentaron usarla como
arma de intercambio con los Cinco agentes cubanos arrestados en Florida y
finalmente regresaron a su tierra natal en ese breve período en el que podría
haber parecido que Estados Unidos había decidido cambiar su política oxidada
contra Cuba.
La historia de los afroamericanos es mucho más
larga y más complicada de lo que dije en este resumen muy personal; principalmente
he hablado de combatientes en guerra con el poder de la nación, preparados para
sufrir las consecuencias de una guerra. Pero George Floyd no militaba, no hizo
robos para autofinanciarse, no desafió el poder; simplemente fue a comprar
cigarrillos con un billete de veinte dólares, tal vez falso; esperó en silencio
en el automóvil a que llegara la policía, se dejó esposar y tirar al suelo.
Durante nueve minutos interminables, pidió poder respirar, mientras que tres
policías lo detuvieron y el cuarto presionó su rodilla contra su cuello y un
quinto se encargó de que nadie se le acercara. La cámara inevitable se hizo
cargo, se encontró con la mirada helada del policía que escenificó la muerte en
vivo y la difundió por todo el mundo. No es la única muerte arbitraria impuesta
por los organismos encargados de hacer cumplir la ley en el mundo; desafortunadamente,
conocemos muchos de estos abusos de poder, pero aquí el odio del blanco hacia
el negro congela. Y una vez más trajo el tema del racismo, cuestionando a
nosotros también. Jorit, el artista callejero que trabaja principalmente en
Nápoles, dibujó en un techo de la zona de Barra los rostros de Lenin, Malcom X,
Angela Davis, Martin Luther King y George Floyd y, debajo, una pancarta que
grita: “Es hora de cambiar el mundo". En una marcha en una de nuestras
ciudades, un letrero decía: "Confía en mí, el Mediterráneo también te deja
sin aliento". Y en todo el mundo gritamos:
“Black
Lives Matter,
la
vida de los negros vale
publicado en italiano en:
https://www.cumpanis.net/editoriale-2.html
Articulo muy precioso
ResponderBorrarGracias Alessandra
Muchas gracias por su comentario. Saludos
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