La Nueva Europa y la falsa contraposición entre
europeístas y soberanistas
Miércoles 5 de junio de 2019
En una sociedad líquida Baumaniana, el voto también adopta
su estado de liquidez. Pasa de una lista a otra en cada elección europea, como
agua en los tubos de un sistema hidráulico el cual, sin embargo, no logra
apagar la sed de injusticia social existente en el Viejo Continente. Los votos
parecen girar sin surtir efecto hasta a su nebulización total. Voltean en un
sistema cerrado confirmando la retórica de la democracia, sin generar los
efectos prácticos de la misma democracia.
Analizando los resultados de la IX Legislatura de la Unión Europea emergen
algunos datos interesantes, superficiales y contradictorios en su profundidad.
Un primer dato que surge es el aumento generalizado de votantes
(+ 8% en comparación al 2014), aunque con excepciones en Italia y
Portugal. Desde el año 1979 hasta al año 2014 se ha registrado
una caída constante de votantes (del 61.9% 1979 hasta al 42.6% 2014).
El segundo elemento constituye la falta de mayoría absoluta de
los dos grandes partidos PPE y PSOE. Los dos grandes bloques que ha
sostenido el proceso de integración de la Unión Europea (UE), desde su
principio, no consiguen la mayoría absoluta en el Parlamento. Por ende,
para gobernar necesitan de la ayuda de otros partidos: los Demócratas,
Liberales y Reformadores (tercera fuerza política) y los Verdes –
Ambientalistas (la sorpresa en estas elecciones).
El tercer dato es representado por la derrota de los partidos populistas
o euroescépticos representados por: los Conservadores – Reformistas,
los de la Europa de las Libertades y los de la Europa de las Naciones. Han
conseguido más o menos 142 escaños sobre 751. Por ende, quedarán
siendo una fuerza minoritaria y a la oposición.
El cuarto punto está en las elecciones de los Presidentes de las
diferentes Instituciones de la Unión Europea: El Presidente
del Parlamento Europeo, el Presidente de la Comisión Europea y de la nueva
Comisión, el Alto Representante de la Unión para los Asuntos Exteriores y la
política de Seguridad, el Presidente del Banco Central de Europa y el
Presidente del Consejo Europeo. Siempre han sido expresión de las dos
familias ideológicas mayoritarias, es decir, la cristiana – socialista. Con la perdida
de la mayoría absoluta y la alianza estratégica con liberales y ecologistas
serán obligadas a pactar algunas presidencias.
Una vez analizados los elementos que emergen a la superficie hay que
pasar al análisis más profundo, el cual presenta unas cuantas contradicciones.
Los partidos europeístas ganan en el núcleo duro del continente,
representado por Alemania (sede del Banco Central Europeo), pero alrededor se
registra un gran fermento y se agranda el frente anti – europeísta y el
filo estadounidense. Además, en dos países constituyente de la UE
(Francia e Italia), los soberanistas resultan ser el primer partido; El
Rassemblement National de Le Pen con el 24.7%, y La Lega Nord de Salvini con el
34.2%. Los soberanistas ganan también en Gran Bretaña (Brexit Party
31.7%), en Bélgica (Nueva Alianza Flamenca 13.4% y Vlaams Belang 11.4%), en
Hungría (Fidesz 52.3%) y en Polonia (PiS 43.1%)
En realidad, detrás del falso juego de contraposiciones entre europeístas
versus soberanistas, ¿qué es lo que se esconde?
Se camufla el enfrentamiento entre clases sociales no tan opuestas. Los
europeístas como los soberanistas son la expresión del gran capital financiero.
Los europeístas representan el capital financiero
cosmopolita – transnacional y los soberanistas al
capital nacional – nacionalista de la pequeña y mediana burguesía. En
esta disputa quedan afuera los trabajadores y sus intereses de clase. Además,
en la versión edulcorada de la derecha nacionalista, pintada como paladina y
defensora de los pueblos autóctonos se esconde, en términos económicos, la
defensa del liberalismo en salsa nacionalista de las pequeñas patrias con una
mayor resistencia a la inversión de capital extranjero. Es una versión Marcusiana del
totalitarismo del sistema tecno – capitalista – financiero posmoderno.
“La fuerza del sistema tecno – capitalista reside en el hecho que no
opera más en la medida de las viejas dictaduras totalitarias del partido único
que ponía al bando los otros partidos. El sistema del totalitarismo glamour del
mercado opera en cambio mediante la pluralidad de los partidos intercambiables.
En cambio, del partido único hay varios partidos que propagan el mensaje
único.” (Marcuse)
En el falso juego de poder entre burguesías europeas
cosmopolitas – nacionalistas hay un elemento que marca la
diferencia y que se pone en la esfera identitaria, es decir, la lucha en contra
de la invasión de los migrantes. Los dueños del capital financiero
cosmopolita necesitan del famoso ejército de reserva industrial para
reducir el costo de trabajo poniendo en contra a las clases trabajadoras
autóctonas contra las clases trabajadoras extranjeras. Los populistas hacen de
la batalla a “la invasión del extranjero” la base de un comunitarismo
defensivo nacional popular, en defensa de los valores identitarios de la propia
familia, de la propia cultura, de la propia religión y del propio territorio.
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